PONTIFICIA ACADEMIA PRO
VITA
Comunicado
Final
IX Asamblea
General
"
Ética de la investigación biomédica: para una visión
cristiana"
13 de marzo del
2003
1. Durante los días
24-26 de febrero, en el Vaticano, se llevó a cabo la IX Asamblea general de
la Pontificia
Academia para la
Vida, este año dedicada a un tema de gran actualidad e impacto
social: "La Ética de la investigación biomédica: para una visión
cristiana".
Es un hecho evidente, particularmente en las últimas décadas,
como el camino de la biomedicina ha experimentado un desarrollo extraordinario,
sostenido también por el enorme desarrollo de la tecnología y de la informática,
que ha amplificado enormemente la posibilidad de intervención sobre los seres
vivientes, en particular, sobre el hombre. Se han obtenido grandes conquistas,
por ejemplo, en los campos de la genética, la biología molecular, así como en
los campos de la transplantología y de las neurociencias.
Entre los factores
determinantes para tal desarrollo, la investigación biomédica seguramente
constituye, hoy más que nunca, un instrumento privilegiado para acelerar los
conocimientos en este sector de la medicina, como el Papa mismo ha subrayado en
estos días: "Es un hecho reconocido por
todos que los adelantos de la medicina en la curación de las enfermedades
depende prioritariamente de los progresos de la investigación" (JUAN
PABLO II, Discurso a los participantes en
la IX
Asamblea General de la PAV, n. 2 - publicado en
"L'Osservatore Romano", edic. semanal española, viernes 7 de marzo de 2003, p.
7).
2.
Cada nuevo descubrimiento en el campo de la biomedicina, en el contexto actual,
parece más bien, destinado a producir efectos "en cascada", abriendo múltiples
horizontes nuevos en orden a la posibilidad de diagnósticos y de tratamientos
para tantas enfermedades hasta hoy todavía incurables.
Obviamente, la adquisición de
una creciente posibilidad técnica de intervención sobre el hombre, sobre otros
seres vivientes y sobre el ambiente, obteniendo siempre mayores efectos todavía
más incisivos y duraderos, exige, por parte de los científicos y de toda la
sociedad, la asunción de una responsabilidad tanto mayor cuanto más grande se
demuestre la potencia de la intervención misma. De ello se deriva que las
ciencias experimentales, y por tanto, la biomedicina, en cuanto "instrumento" en
las manos del hombre, no se bastan a sí mismas, sino que necesitan ser
orientadas a determinados fines y ser confrontadas con el mundo de los
valores.
3. El protagonista de
este proceso continuo de "orientación ética" es indiscutiblemente el hombre. El
ser humano, inseparable unidad de cuerpo y alma , se caracteriza por su
capacidad de elegir libre y responsablemente el fin de sus acciones y los medios
para alcanzarlo. Su ansia de búsqueda de la verdad, que pertenece a su misma
naturaleza y a su particular vocación, encuentra una ayuda indispensable en
la Verdad
misma, que es Dios, el cual viene al encuentro del hombre, desvelando su rostro
a través de lo creado, y más directamente , a través de la Revelación ; así Él
secunda y sostiene los esfuerzos de la razón humana, permitiéndole reconocer
tantas "semillas de verdad" presentes en la realidad, y finalmente, de entrar en
comunión con la
Verdad misma que es Él.
En principio, por tanto, no existen
límites éticos al conocimiento de la verdad, o sea ninguna "barrera" más allá de
la cual el hombre no debería nunca acercarse con su esfuerzo cognoscitivo. Con
sabiduría, el Santo Padre ha definido el hombre como "aquél que busca la verdad" (JP II,
Fides et Ratio, n. 28);
existen, en cambio, límites éticos precisos en el modo del actuar del hombre que
busca tal verdad, porque "lo que es
técnicamente posible no es, por esa sola razón, moralmente
admisible" (CDF, Donum
Vitae, n. 4). Por lo tanto, la dimensión ética del hombre, que él
concretiza a través de los juicios de su conciencia moral, es lo que marca la
bondad existencial de su vida.
4. En el empeño de
buscar y reconocer la verdad objetiva en cada creatura, tienen una misión de
particular relevancia los científicos en el ámbito biomédico, los cuales están
llamados a trabajar por el bienestar y la salud de los seres humanos ; por lo
tanto, toda actividad de investigación en este campo debe tener siempre como fin
último el bien integral del hombre, y, en los medios utilizados, debe respetar
plenamente en cada individuo su inalienable dignidad de persona, el derecho a la
vida y a la integridad física esencial.
Contra cada acusación falsa o
malentendido, queremos reafirmar, en comunión con el Papa Juan Pablo II, que:
"La Iglesia respeta y apoya la investigación científica, cuando
tiene una orientación auténticamente humana, evitando toda forma de
instrumentalización o destrucción del ser humano y manteniéndose libre de la
esclavitud de los interesse políticos y económicos" (JP II,
Discurso...,
n.4)
Desde ésta óptica, es
necesario manifestar el mayor agradecimiento a los miles de médicos e
investigadores de todo el mundo que, generosamente y con gran profesionalidad,
cada día se dedican con todas sus fuerzas al servicio de los que sufren y a la
curación de las enfermedades. El Papa ha recordado que : "Todos los creyentes y no creyentes, debemos rendir
homenaje y expresar nuestro sincero apoyo a este esfuerzo de la ciencia
biomédica, que no sólo nos permite conocer mejor las maravillas del cuerpo
humano, sino que también favorece un nivel digno de salud y de vida para las
poblaciones del planeta" (JP II, Discurso ...,
n.2).
5. Por las motivaciones
antes mencionadas, con razón se puede y se debe, por tanto, hablar de "una ética
de la investigación biomédica", que, de hecho, se ha desarrollado y articulado
aún más en los últimos treinta años. A tal desarrollo, también la reflexión
cristiana ha sabido dar su importante contribución, haciendo relucir algunas
problemáticas nuevas, a la luz de su original visión antropológica.
Históricamente, se pueden citar al menos dos temas como ejemplo de la atención
ética de la comunidad cristiana en relación al mundo de la investigación
biomédica: el llamamiento al respeto de la persona, cuando ella se convierte en
sujeto de la investigación, especialmente en el caso de la experimentación no
directamente terapéutica; el énfasis del estricto vínculo existente entre
ciencia, sociedad e individuo, que se da en todo el proceso de la
investigación.
6. En la elaboración de
un itinerario de investigación biomédica que sea respetuoso del verdadero bien
de la persona, es necesario, por tanto, hacer converger en sinergia las diversas
disciplinas implicadas con una metodología integrativa, que tenga en cuenta la
compleja unidad constitutiva del ser humano. Para tal fin, resulta apropiada la
propuesta del denominado "método triangular" que se articula en tres momentos:
la exposición de los datos biomédicos; la profundización del significado
antropológico y la individuación de los valores en juego que tal hecho comporta;
la elaboración de las normas éticas que puedan guiar el comportamiento de los
operadores, en la situación dada, según los significados y los valores
precedentemente individuados.
7. Otro tema de gran
relevancia, en el ámbito de la investigación biomédica, es, sin duda alguna, la
experimentación, terapéutica o no, considerada desde la óptica de su aplicación
en el hombre. Ello lleva consigo muchos aspectos y problemáticas, ya sea de
orden científico o ético. Es una exigencia imprescindible, por ejemplo, asegurar
un alto nivel de profesionalidad de los investigadores implicados en el diseño
experimental, así como adoptar una metodología que sea rigurosa en la
individuación y en la aplicación de criterios procedimentales. Además, es
éticamente necesario que el experimentador, junto con sus colaboradores,
mantenga una plena independencia personal y profesional respecto a eventuales
intereses (económicos, ideológicos, políticos, etc.) extraños al fin de la
investigación, al bien de los sujetos implicados y al auténtico progreso de la
humanidad.
8. Además, hay que
reafirmar la necesidad de hacer preceder la fase clínica experimental (de
aplicación en el hombre) por una adecuada experimentación conducida sobre
animales, que permita a los investigadores adquirir previamente todos los
conocimientos necesarios acerca de los posibles daños y riesgos que tal
experimentación podría llevar consigo, con el fin de garantizar la seguridad de
los sujetos humanos implicados. Naturalmente, también la experimentación sobre
animales exige que sea realizada observando normas éticas precisas, que tutelen,
en la mayor medida posible, el bienestar de los ejemplares
utilizados.
9. También se debe
dedicar especial atención en los protocolos de investigación a la implicación de
sujetos humanos particularmente "vulnerables", a causa de sus condiciones
vitales, como claramente se muestra de manera ejemplificadora en el embrión
humano. Debido a su delicado estadio de desarrollo, de hecho, una eventual
experimentación sobre él, comportaría, a la luz de las actuales posibilidades
técnicas, riesgos muy elevados - y por tanto éticamente inaceptables - de
causarle daños irreversibles e incluso la muerte.
También resulta del todo
inaceptable la motivación aducida por parte de algunos acerca de la licitud de
sacrificar la integridad (física y genética) de un sujeto humano en estadio
embrional, hasta el punto de destruirlo si es necesario, con el fin de obtener
beneficios para otros individuos humanos: nunca es moralmente lícito hacer
intencionalmente un mal, ni siquiera para obtener fines en sí mismos
buenos.
Además, hay que tener presente
que el individuo humano en estadio embrional, aun mereciendo el respeto debido a
cada persona humana, no es ciertamente, un sujeto que esté en condiciones de dar
su consentimiento personal a intervenciones que lo expongan a grandes riesgos,
sin tener una eficacia directamente terapéutica para él mismo; por tanto,
cualquier intervención experimental sobre el embrión humano, que no esté
orientada a conseguir beneficios directos para su salud, no puede ser
considerado moralmente lícito.
10. El actual proceso de
globalización progresiva que está afectando a todo el planeta, y cuyas
consecuencias no siempre parecen ser positivas, nos impulsan a considerar la
temática de la investigación biomédica también bajo el perfil de sus
implicaciones sociales, políticas y económicas.
Dada la creciente limitación
de los recursos que pueden ser destinados al desarrollo de la investigación
biomédica, es de hecho necesario hacer un gran esfuerzo para realizar una justa
distribución de ellos entre los diversos países, teniendo en cuenta las
condiciones de vida en las diversas áreas del mundo y las necesidades primarias
emergentes en las poblaciones más pobres y probadas por las dificultades. Esto
significa que a todos los países se les debe garantizar las condiciones y medios
mínimos, ya sea para poder disfrutar de los beneficios derivados de la
investigación misma, o para poder desarrollar y mantener una capacidad endógena
de investigación.
11.
A nivel legislativo se renueva
la esperanza y la recomendación para que se llegue a una normativa internacional
unificada en sus contenidos, que esté fundada sobre los valores inscritos en la
naturaleza misma de la persona humana. De este modo, se superarían las actuales
disparidades que, en muchos casos, hacen posibles abusos e instrumentalizaciones
de los individuos y de poblaciones enteras.
12. Por último,
reconociendo el enorme influjo que los medios de comunicación social tienen en
la formación de la opinión pública y el papel importante que juegan en suscitar
expectativas y deseos, más o menos fundados, en el público en general, aparece
siempre más necesario que los agentes del sector, que eligen ocuparse del ámbito
biomédico y, más en general, de la bioética, se formen cuidadosamente tanto en
el campo científico como en el ético, para estar en condiciones de comunicar,
con un lenguaje simple y sintético, la realidad de los hechos sin generar
confusiones o distorsiones.
13. En conclusión,
la Pontificia
Academia para la
Vida desea renovar, con gran entusiasmo y profundo sentido de
responsabilidad, el propio compromiso y la propia dedicación a la causa de la
vida, en sincera y respetuosa colaboración con todos aquellos que trabajan en el
campo de la investigación biomédica, como el Papa mismo ha indicado en su
discurso a la PAV:
"En el ámbito de la investigación
biomédica, la
Academia para la vida puede constituir un punto de referencia y
de iluminación no sólo para los investigadores católicos, sino también para
cuantos deseen trabajar en este sector de la biomedicina para el bien verdadero
de todo hombre." (JP II, Discurso ..., n. 3). Su tarea específica
sigue siendo la de poner a disposición de la Iglesia, de la sociedad en su
conjunto y de la comunidad científica en particular el propio servicio
"estatutario" de estudio, formación e información, en el esfuerzo de individuar
e indicar a la sociedad entera los valores arraigados en la dignidad de la
persona humana y exigidos por la realización del verdadero bien de cada hombre y
de todo el hombre, con el fin de deducir indicaciones éticas que puedan guiar a
los operadores en su compromiso
cotidiano.